jueves, 22 de mayo de 2014

Sueños Espiral (XXXI)





X
Engla

¡Eyland! ¡No puede ser! ¡Se han disparado!

-¡Eyland! ¡Shaw!

Los veo a ambos salir disparados, nunca mejor dicho, cada uno contra una de las paredes de hormigón, provocando un espeluznante y sordo sonido al caer. Ambos están completamente llenos de sangre: la cara, la ropa, las manos...

-Chicos...

Sollozo desde mi posición, justo entre ellos dos. Quisiera ir y comprobar el estado de ambos, pero ninguno de ellos parece respirar. Están enfrentados completamente, sus caras sin expresiones continúan mirándose aún cuando ellos están sin consciencia. Es algo impresionante.

Entierro mi cara entre mis manos y dejo toda la angustia salir desde dentro en forma de lágrimas. ¿Por qué se me pasó por la cabeza que esto saldría bien? ¿Por qué decidí abandonar a Martin? De no haberlo hecho, él no habría venido aquí. ¿Por qué no advertí a Eyland del poder físico de mi ex-compañero? Cometí muchos, demasiados, errores...

-¡¿Por qué?!

Grito de forma desmesurada, y siento una gran punzada en la garganta mientras el eco de mi voz retumba por la pequeña y aislada sala. Podría haberlos salvado... Ahora podrían estar vivos... Los dos...

-Y ahora uno de ellos no lo está.

Bueno, o puede que quizá ninguno de los dos.

-Hace. Falta. Más. Que. Eso. Para. Matarme.

Eyland da señales de vida sin previo aviso. Su voz son pequeños suspiros, está herido, ¡pero está vivo! Él... ¿Cómo lo hace para salvarse siempre?

-¡Estás vivo!

Me seco las lágrimas con la mano y me levanto a abrazarlo. Pero, cuando llego a la zona donde está tirado, estira el brazo, haciéndome un gesto para que no lo coja entre mis brazos.

-¿Quieres que...? -Le tiendo mi mano.



-Por favor. -Sonríe, coge mi mano y lo ayudo a levantarse.

-De nada. -Bromeo.

-Gracias, gracias. -Ríe, pero deja de hacerlo al momento y se pone la mano en el costado, haciendo una mueca de dolor.

-¿De verdad que estás bien?

-Sí, o sea, puedo seguir.

-Como quieras. -Me giro hacia Shaw. -¿Está...?

-Sí, está muerto. La bala no me golpeó. -Se toca por el torso. -Puedes imaginar a dónde fue a parar.

-A él, ¿no?

-A su pecho, en concreto. Pude notar cómo se iba mientras caíamos al suelo.

-Oh, Martin... -Intento ahogar sin resultado un llanto.

-Le tenías mucho cariño, ¿verdad?

-Sí... Aunque él me llevaba un par de años, crecimos juntos.

-Lo lamento mucho, Engla. Yo no quise...

-No, fue culpa mía.

Y lloro de nuevo, por tercera vez en su presencia y en mi vida, aunque no se dio cuenta de una de esas veces. Eyland me abraza, como con miedo por lo que está haciendo. Se siente frío y distante, pero se siente bien, me hace sentir mejor. Realmente a veces me gustaría volver a aquellos tiempos en que éramos Cometa y Martin, y no Engla y Shaw, como somos ahora.

-Gracias.

-No es nada. -Responde sonriendo, pero sin dejar de abrazarme.

-No sé qué me ha pasado.

-Es normal, él era tu mejor amigo.

-Sí.

Asiento y vuelvo a quedarme entre sus brazos, con mi cabeza encajada en el hueco de su cuello. Supongo que siempre fuimos eso, mejores amigos, y parece ser que él no llegó a entenderlo. Me siento mal por haberlo rechazado de esa forma.



-¿Y Kisho? -Eyland me devuelve a la realidad.

-¿Qué con él?

-¿Qué le hiciste? Parece inmóvil. ¿Qué le inyectaste?

-Nada.

-¿Nada?

-Aire. El aire, inyectado directamente a la sangre, es mortal.

-Vaya... Qué muerte tan imprevisible, ¿no? -Mira al suelo, su mirada perdida busca la respuesta a alguna pregunta que únicamente él conoce.

-Eyland, ¿qué ocurre?

-Es solo que... Me siento un poco mal por su muerte. Es que... Primero su hija, y ahora él... Yo he hecho que los dos pierdan la vida.

-No te sientas mal por ello. No es culpa tuya. Ellos dos... Murieron por diversos motivos, murieron porque hicieron decisiones equivocadas. No te sientas mal, por favor...

-Está bien. -Se separa de mí. ¿Por qué? -Podemos irnos. No tenemos ya nada que hacer en este lugar.

-Como quieras. -Señalo la puerta. -Te sigo.

-Ja, ja, ja. -Simula una risa de forma sarcástica. -Buen chiste, Engla.

-Ha merecido la pena. -Río de forma tímida. -Bueno, vámonos.

Abro la puerta con la llave que lo robé a Kisho mientas Shaw amenazaba a Eyland y salimos. Subimos las oscuras y frías escaleras y abro la trampilla sobre nuestras cabezas. Me deslizo fuera del pasadizo, y él repite el proceso.

-Así que estábamos aquí... -Dice boquiabierto.

-Sí. La sala de torturas o ejecuciones se encuentra justo debajo del ayuntamiento de Tennō.

-¿No era Yggdrasil?

-Oh, venga, eso no engaña a nadie. Es un intento fallido de Capomafia para superar sus complejos.

-¿Joseph tiene complejos? Quién lo diría.

-Así es. Y ahora, antes de irnos...



Me acerco al puesto de megafonía que instalamos en nuestro puesto de control cuando El Clan y yo invadimos este lugar, y hago que se reúna todo el mundo en la plaza. Una vez llega la gente, subo a la tribuna:

-Muchos sabéis quién soy, aunque los habrá que no. -Alzo mi voz. -El Clan tomó el ayuntamiento e hizo algunos cambios. Bien, esos cambios quedan obsoletos. Este lugar siempre fue Tennō, sentidlo como tal. El Clan no os hará nada, os lo dice una de sus líderes.

Se escuchan vitoreos y aplausos, puedo ver la felicidad en sus caras. Por fin son libres, y me lo agradecen de esta forma. Eyland no se queda atrás, y me abraza de forma inesperada por la espalda.

-Nos toca marcharnos, me temo. -Le digo.

-Sólo si no tengo que soltarte. -Me pega más a él.

-¿Tú no me odiabas? -Me giro y lo miro a los ojos.

-Y lo hago, pero me has dado motivos para creerte. -Acerca su boca a la mía.

-Bueno, nos vamos.

Me pego más y, justo antes de besarlo, me aparto y salgo corriendo. Este juego es gracioso, veo cómo viene a por mí de forma desesperada. Salgo del pueblo y me dirijo lo más rápido que puedo hacia el bosque.

-Te tengo. -Me coge del brazo. Toma aire, he conseguido cansarlo. -No te vayas así.

-Lo siento. -Intento taparla, pero no puedo evitar soltar una carcajada. -Ahora en serio, debemos marcharnos antes de que El Clan descubra lo que ha pasado aquí.

-¿Y cómo? Mi lancha no funciona.

-Oh, no te preocupes por eso.

Abro el dispositivo de mi muñeca y tecleo el código del viaje en espiral hacia Upsala. ¿Realmente será bueno llevarlo allí? Habrá más peligro que nunca, pero no lo esperarán, de ninguna manera.

-¿Qué haces? -Pregunta extrañado.

-Sacarnos de aquí. -La espiral verde se abre frente a nosotros y, a su vez, los ojos de Eyland.

-¿Cómo has...?

-Son cosas del Clan. Ya sabías que podemos crear espirales artificiales, no es nuevo para ti.



-Sí, pero...

-Bueno. -Le tiendo la mano. -¿Vienes?

-Claro.

Nos lanzamos a la espiral verde cogidos de la mano. Un momento, ¿qué pasa aquí? Esto no es normal, deberíamos haber caído ya en Upsala, ¿por qué demonios no funciona? Rayos empiezan a aparecer en el túnel, y el entorno se vuelve completamente inestable.

-Mierda. -Miro a Eyland. -¡Salta!

Nos empujo fuera de la espiral mientras esta se cierra muy rápidamente. No puede ser, ¿cómo han...?

-¿Qué ha pasado? -Pregunta completamente asustado.

-Tenemos que irnos. Nos han descubierto, y han desactivado las funciones de mi controlador mientas creaba la espiral.

-¿Cómo?

-Yo tampoco lo sé, pero tenemos que irnos. -Salgo corriendo, pero él se queda inmóvil. -Y tenemos que hacerlo ya. ¡Vamos!

Eyland reacciona y comienza a seguirme desde no muy lejos. Avanzamos por el bosque hasta la zona donde dejé mi nave hace apenas una hora. Es muy poco tiempo, pero parece tanto...

-¿Por qué te paras? ¿Cómo vamos a salir de aquí?

-Ahora verás, Eyland. -Busco a tientas el activador. -Oh, aquí está. -Pulso el botón y la nave vuelve a ser visible.

-Tienes que decirme cómo hacéis esas cosas.

-Es complicado de explicar, no lo sé ni yo. -Abro la puerta y entramos.

-¿Y ahora a dónde vamos?

-A la boca del lobo. -Señalo el asiento del copiloto. -Siéntate.

-Vale. -Obedece y le ato todas las correas de la forma más fuerte que puedo. -Aunque, me gustaría saber cuál es nuestro destino.

-Ya lo verás. -Sonrío. -No seas impaciente.

-Como veas.




Me coloco en el asiento del piloto y aprieto mis correas. Inicio la maniobra de despegue, y veo cómo Eyland se emociona sólo con oír el ruido del motor de la nave. Alzo el vuelo y nos quedamos en silencio, el cual se mantiene durante casi todo el viaje.

-Engla, ¿puedo preguntarte algo?

-Sí, claro. Dime.

-Tú sabes todo lo que ocurre en El Clan, ¿verdad?

-Así es. -Asiento, sin dejar de mirar al frente. -¿Dónde quieres llegar?

-Me gustaría saber qué pasó con mi familia.

Oh no, sabía que esta pregunta llegaría tarde o temprano. Pero no pensé que sacaría este tema tan pronto.

-Ellos... -Mi voz suena entrecortada. -Ellos no fueron encontrados en Niflheim.

-¿Entonces están...? -Lo veo horrorizarse.

-Así lo creo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario