VI
-Mamá...
Comienzo
a llorar sin motivo aparente. Creía que estaría muerta, o
desaparecida. Pero no, aquí está, y la puedo ver y tocar. Es real,
o al menos eso espero. Todavía no lo creo, ha pasado tanto tiempo...
-Ven
aquí, hijo.
Y
acudo a su llamada raudo como un relámpago. Ella abre los brazos y
nos fundimos el uno en el otro en un muy esperado abrazo. Ahora
realmente comprendo cómo se deben estar sintiendo Engla, Axell y
Tara.
-Oh...
Qué bonito todo. -Tyr, quien, por algún motivo, sigue ahí plantado
sin escapar, hace el gesto de meterse los dedos en la boca hasta la
garganta. -Me dais ganas de vomitar, os lo juro.
-Tú
que sabrás de amor. -Le respondo.
-Oh,
simplemente sé que la única chica a la que he amado te prefiere a
ti. -Se pone una mano en la cara. -Jo, qué corte, ¿no?
Y
echa a reírse. ¿Pero qué le pasa a este chico? Y luego el que está
loco soy yo... Aún así, ¿ha querido decir que él siempre ha amado
a Engla? Eso no tiene ningún sentido, únicamente mostró afecto, y
ni tan siquiera eso, por ella cuando la conocí, pero nada más. No
entiendo a qué viene eso ahora.
-“Es
un aviso. Te matará si te propasas con ella.”
No
podría ni tocarme en una pelea.
-Tú...
-Mamá se separa de mí de pronto y se dirige como una fiera hacia
Tyr. ¿Qué pretende hacer? -Tú. -Le pone el dedo índice en el
pecho, señalándolo.
-Yo.
-Sonríe de medio lado.
-Tú
eres quien convirtió mi casa en ruinas, y quien hizo que mis hijos y
mi marido desaparecieran.
-Veo
que te acuerdas de mí. Aunque... Si no recuerdo mal, tú amado
esposo vino conmigo por su propia voluntad.
-¡Eso
es imposible!
-Mamá...
-Mi tono de voz es casi inaudible.
-Ahora
no, Eyland. ¿Entonces está con vosotros?
-Ahora
sí. -La corto. -No está con ellos. Simplemente... Ya no está.
-No.
-Empieza a llorar desconsoladamente. ¿Qué hago? ¿La abrazo o no?
Nunca antes la había visto así. -Me niego a creerlo.
-Mucho
me temo que es la realidad, señorita. -Axell, quien por algún
motivo estaba ahora al lado de mi madre, la abraza, sonriente como
solo los de su familia saben.
-Yo...
Yo... -Lo mira desde abajo. Parece una niña a su lado. -Yo te
conozco.
-Viví
aquí, pero al poco de que llegaras me tuve que ir.
-¿Te
fuiste a cuidar de mi hijo? -Dice, entre lágrimas.
-Así
es.
-Muchas
gracias.
La
voz de mamá es tan solo un suspiro, mientras se entierra en los
brazos de Axell para dejar correr toda su pena hacia fuera. Él
realmente parece como un hermano mayor, consolando a su triste
hermanita.
Y
así sin más, como si se hubiera estado reservando estos últimos
dos días, un enorme y estremecedor pitido me fulmina y me deja en el
suelo sollozando, acompañado, claro, de un tremendo dolor de cabeza.
-Déjame.
¿Por qué me haces esto? -Susurro.
-“Tu
querida madre no me conocía.”
-¡Vete!
-Mamá, quien por lo visto se había acercado a mí para ayudarme,
retrocede de golpe.
-Hijo,
¿qué ocurre?
-Mi
cabeza... -Estoy incluso tirándome de los pelos del dolor.
-¿Es
culpa mía? -Me mira con la boca abierta y los ojos fuera de sus
órbitas, está horrorizada.
-“Es
culpa de tu estimado hijo.”
De
pronto, veo a un hombre alto en pie, mirándonos desde la lejanía.
Cada vez que parpadeo, está un par de metros más cerca, pero en
ningún momento lo veo moverse. ¿Qué está pasando?
-Ahí.
¡Él! -Señalo al desconocido y todos se giran hacia allí.
-Eyland...
¿Quién?
-¡Ese
hombre! ¡El de la cara tapada!
-Allí
no hay nadie... -Responde mamá.
¿Cómo
es posible que me pasen estas cosas? ¿Por qué veo personas,
paisajes que no son reales y que desaparecen? El individuo se acerca
más y más, ya está casi encima mía, y yo... No puedo con la
presión.
Horizontes
Nevados
Abro
los ojos para descubrir que estoy solo en una especie de cabaña de
madera, la cual no parece muy estable. ¿Qué ha pasado? Recuerdo
llegar aquí y... ¡mamá! ¿Dónde está ella? Y luego... Luego ya
me acuerdo de nada más.
La
habitación no es muy grande, y apenas tiene muebles: una mesita de
noche, una cómoda y la cama, cuyo colchón está relleno de paja. De
lo que sí hay, y en grandes cantidades, es de velas; toda la
estancia está cubierta de ellas. Desprenden muchísima luz, ¿serán
todas las casas así o han hecho una excepción y me están tratando
de invitado especial?
Me
levanto de la cama fácilmente. Me siento realmente renovado, ¿cuánto
tiempo he estado durmiendo? Parece que he recuperado todo el sueño
perdido durante estos días, y eso que me he desmayado varias veces.
Camino por toda la habitación, buscando mis zapatillas. Oh, están
aquí. Las cojo, me las pongo y salgo al exterior.
-¡¿Hola?!
-Digo, mientras noto cómo me golpea el aire frío.
-Shh.
-Alguien me manda callar. Me giro y allí está mamá, sentada en una
silla justo al lado de la puerta de la cabaña. -La gente duerme.
-Lo
siento. -Casi susurro ahora. -¿Dónde están todos?
-En
sus respectivas casas. Hace poco tuvimos una plaga y hay bastantes
libres.
-¿Qué
hora es?
-Está
por amanecer.
-¿Tanto
he dormido? Llegamos aquí por la mañana.
-Pues
ya lo ves. -Sonríe. -¿Y cómo es que vinisteis?
-Axell
me dijo que estabas aquí. Y además, vinimos buscando a un tipo, un
tal Impeesa.
-Yo
he oído ese nombre antes...
-¿Sí?
-Se me ilumina la cara. -¿Dónde?
-No
sabría decirte. Déjame que lo piense un poco.
-Como
quieras. -Asiento. Qué decepción.
-Por
cierto, dime que has venido con tu hermano.
-Eh...
No. -La miro a los ojos. -¿No estaba contigo?
-Ay,
madre... -Una lágrima empieza a correr por su rostro. -Yo todo este
tiempo confié en que estaba contigo, a salvo.
-Y
ahora...
-Y
ahora... -Decimos al unísono, y luego suspiramos.
-“Oh,
tu hermanito está muerto por tu culpa. Otro más que añadir a la
lista.”
-Lo
haré. Pienso encontrar a Desmond. -Alzo el puño. -Cueste lo que
cueste.
-¡Ah!
-Levanta el dedo índice. -Ya sé quién fue.
-¿Quién
fue qué?
-El
líder de la zona. Él me habló de Impeesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario