VI
Eyland
-¿De
verdad eres tú?
Una
lágrima comienza a brotar en uno de mis ojos, y rápidamente muchas
otras la siguen en su carrera, llenando mis cuencas en cuestión de
segundos. No puede ser él, yo lo vi morir... Yo... ¿Cómo puede
estar vivo?
>>>Me
acuerdo de aquel momento como si se tratase de ayer, aún teniendo
claro que no es así. Acababa de liquidar, más bien masacrar, a mi
mayor enemigo; me sentía en la gloria. Pero su sobrino, el mismo que
me había ayudado a que eso fuera posible, tenía otros planes. Dejó
de lado toda alianza existente y le lanzó un tajo al cuello a mi
mejor amigo.
Y
ahora, cuando por fin me había mentalizado de que no iba a volver a
ver a niguno de los tres, aparece aquí Paul, mi amigo de la
infancia. Ojalá estuvieras con nostros también, Lysandra; se le ve
mucho más mayor, más maduro. Te gustaría contemplarlo.
-Hola,
Eyland.
Esa
voz... Su voz... ha cambiado. Ya no suena como él solía hacerlo.
¿Tanto tiempo ha pasado que tan siquiera hablas del mismo modo,
compañero? No puede ser posible, siempre serás tú. Aún recuerdo
cuando éramos niños e incluso nos costaba hablar... ¿Cómo es que
ya no reconozco tu voz?
-Ha
pasado tiempo. -Digo por fin.
-Casi
un año, sí.
-¡¿Cuánto
has dicho?!
No,
no puede hacer tanto tiempo. ¿Maldita sea, cuánto hace que estoy
viajando? ¿De verdad han sido tantos meses? Si es así... ¿cómo es
posible? ¿Será que las espirales modifican el normal transcurso del
ciclo temporal? ¿O es que me he pasado más horas inconsciente de
las que creía?
-Claro.
Hace ya once meses que desapareciste.
-Así
es. -Interviene Engla, abrazándome por la espalda. ¿Tú lo sabías
y no me dijiste nada? ¿Cómo pudiste? -¿Acaso no tenías idea de
ello?
-No.
-¿Cómo iba a saberlo? -Por supuesto que no.
-¿Y
qué creías, entonces?
-Pensaba
que conocí El Clan hace apenas dos meses.
-¿Dos?
-Ambos se miran y ríen.
-Ojalá.
-Ojalá.
-Responden al unísono, con suspiro incluído de Engla.
-Todo
sería mejor así. -Asiento. -Hace nueve meses yo estaba en Tennõ,
¿no?
-Así
es.
-Lo
que yo decía. -¿He sido demasiado borde?
-En
fin. -Dice Engla, tras mi comentario.
-Y
ahora... Tengo que preguntar. -Espero una buena historia.
-Claro,
dime. -El chico frente a mí sonríe.
-¿Qué
estás haciendo aquí, Paul? ¿Y cómo...?
-¿Has
dicho Paul? -Ríe para sí mismo. Eso he dicho, sí. -Me temo que no.
-Oh...
-Agacho la cabeza. Era demasiado bueno para ser cierto.
-Según
sé, mi hermano murió. ¿Por qué preguntas por él?
-¿Tu...
hermano?
-Sí,
mi hermano. -Entonces, eso quiere decir...
-¿Eres
tú, Will?
Mis
ojos se ven abiertos y brillantes, y una enorme sonrisa aparece en mi
rostro. Con él y John aquí, vuelvo a tener la esperanza de
encontrar a Desmond en Niflheim. ¿Cuánta gente conocida sigue en la
ciudad bajo la protección de La Resistencia? ¿Y cuánta se unió al
Clan cuando la cuidad cayó?
-Así
me llaman. -Ríe.
-¿Will?
¿Quién es Will? -Pregunta Engla desde mi espalda.
-Oh,
qué descortés por mi parte. -Le ofrece su mano. -Me llamo William
Talhart, tengo veintitrés años, y creo que conociste a mi hermano
pequeño, Paul; se unió al Clan hará más o menos seis meses,
cuando Niflheim se vino abajo. Según me dijo Olaf, un tal Spirit le
rebanó el cuello. ¿Sabes quién es?
-No
tienes que preocuparte por él, sufrió igual destino.
-Mierda.
-Aprieta el puño de la mano que tiene más retrasada. -Quería
matarlo con mis propias manos.
-¿Conociste
a Olaf?
-¿De
qué conoces a Olaf? -Preguntamos Engla y yo al mismo tiempo.
-Se
marchó hace un par de semanas, pero sí, pasé buenos ratos con él.
-¿Por qué te fuiste, viejo? Eres quien más falta nos hace en este
momento. -Además me vino bien para informarme de la situación fuera
de Niflheim.
-Ya
veo. -Engla sonríe y estrecha su mano. -Yo soy Engla Fire, un
placer.
-Fire...
¿Dónde he oído yo eso?
Se
queda pensativo. ¿Dónde puede haber escuchado Will el apellido
Fire? ¿Será que Olaf le habló de Axell? ¿O quizá se trata de que
Paul llegó a conocer a Lysandra más de lo que yo pensaba? No lo
tengo nada claro.
-Eso
digo yo. -Le responde Engla. -¿Dónde?
-Ah,
sí. -Levanta un dedo a modo de victoria. -Ya lo recuerdo.
-¿Y
bien? -Pregunto, tras varios segundos de silencio.
-Hubo
un hombre digamos... maduro, que se creía que era un lobo o algo por
el estilo, que vino a Niflheim hará un año y poco. Me dijo que
protegiera a ti, Eyland. -Me señala con el mismo dedo. -Y que
buscara a un tipo que se apellidaba Fire, que me ayudaría a hacerlo.
>>>No
entendí a qué se refería con protegerte en ese momento, claro que
ahora es obvio. Pero parecía tener muy claro de lo que hablaba, así
que le hice caso. Fue entonces cuando me mudé al hostal, para poder
tenerte vigilado.
-¿Estás
pensando lo mismo que yo? -Me pregunta mi querida Engla.
-Impeesa.
-Impeesa.
-Asiente, repitiendo mis palabras.
-Pero
la cuestión es... ¿por qué?
No
comprendo absolutamente nada. Si él quería salvarme en un
principio, bueno, Axell y él, ¿por qué luego decidieron cambiarlo
todo e intentaron matarme con tanto ahínco? ¿Tendrá algo que ver
con Joseph? Cada día entiendo menos las cosas.
-Ya
lo averiguaremos, Eyland. -Will me pone una mano en el hombre. Es
como el hermano mayor que nunca tuve. -Ahora creo que tienes algo que
preguntarme. -¿Pero... Cómo ha...?
-Sí.
Desmond...
-Sabía
que seguías buscándolo todavía. Bueno, pues tengo que decir que
estuvo conmigo durante unos meses. No paraba de preguntar por ti y
por tus padres, incluso por Paul.
-¿De
verdad? -Tiene que estar vacilándome. -¿Y dónde está ahora?
-Ese
es el tema espinoso... -Hace una pausa de varios segundos y agacha la
cabeza. Yo... Yo no lo sé.
-¡¿Qué?!
¡¿Cómo no puedes saberlo?!
Enloquezco.
Lo cojo de los hombros y lo zarandeo, lleno de rabia y con el rostro
completamente enrojecido. Tiene que conocer su paradero. Sigo
moviéndolo, empujándolo con fuerza, y parece que está a punto de
llorar. Mis ojos brillan de ira, pero los suyos lo hacen de miedo y
melancolía.
-¿Lo
sabes tú, Eyland? ¿Sabes dónde está tu hermano?
-Yo...
Yo... No.
-Tenía
que luchar, que salvar la ciudad del caos en el que la estaba
sumiendo El Clan, era mi deber como ciudadano de Niflheim. Le dije
que no se moviera de la que era tu casa, pero cuando volví... Él ya
no estaba.
-¿Cómo
puede ser? -Él era muy obediente.
-Creo...
Creo que alguien se lo llevó, Eyland. No, estoy seguro. Cuando
llegué, lo oí gritar, a lo lejos, pero nunca llegué a saber de
dónde venía el sonido. Solo recuerdo que se alejaba, me llamaba. Y
también a ti.
-Desmond...
-Caigo al suelo de rodillas. -¿Qué he hecho?
-Te
prometo que lo encontraremos. -Me ofrece su mano para levantarme.
-Sin
duda. -Engla lo imita.
-En
cuanto la ciudad esté libre de esas cosas, dedicaremos todo el
tiempo a buscarlo.
-Hablando
de eso... ¿Qué vamos a hacer?
-Oh,
¿Argus no te ha dicho nada?
-Pues...
No. ¿Qué pasa?
-Prepárate.
Empezamos en quince minutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario